El explorador Levison Wood se acercó a las llamas para chequear si es que había sobrevivientes, y la sorpresa que se llevó fue terrible y, a la vez, muy esperanzadora: divisó a una monita pidiendo ayuda.
El explorador, escritor y fotógrafo británico, Levison Wood, en 2015 estaba realizando una caminata de 6.853 kilómetros, durante casi 9 meses, desde Ruanda hasta Egipto, justo por la orilla del Río Nilo, cuando un incendio forestal capturó su atención.
El humo era denso y las llamas amenazantes, un lugar del que cualquiera se hubiese alejado sin más, o por lo menos eso se pensaba.
Wood, con su constante sentido de la aventura y el amor por los animales y el medio ambiente, se acercó para chequear si es que habían sobrevivientes, y la sorpresa que se llevó fue terrible, y a la vez, muy esperanzadora.
Se trataba de una monita bebé.
Una pequeña cercopiteco verde que se aferraba a la base de un árbol en llamas, absolutamente sola y desamparada. Esto, debido a las travesuras de unos niños del sector que habían asustado a los animales.
“Después de esperar más de una hora para ver si la madre reaparecía, llegué a la conclusión de que los niños que habían perseguido constantemente a los monos habían hecho que ella abandonara al bebé”.
La nombró Florence y la travesía que realizó para ponerla a salvo, no te la puedes perder en el video a continuación:
Este explorador héroe, que no tenía idea del cuidado de bebés, debió llamar a su madre para pedir consejos sobre cómo cuidar a la criatura. Compró leche y le dio como pudo, también plátano aplastado, así la mantuvo con su estómago lleno y aferrándose a la vida. Caminaron juntos por horas. Ella sobre él; y él preocupado de su nuevo bebé.
Para asegurarle un futuro, Levison se contactó con una organización de Uganda –país donde se encontraban– que los podría ayudar. Y tuvieron éxito. El Centro de Educación de Vida Silvestre de Uganda envió un taxi a más de 40 kilómetros para que recogieran a la pequeña monita. Su vida estaba asegurada.
Una historia que tuvo final feliz, pero que podría haberse evitado desde un principio si es que el hombre no atentase contra la naturaleza, quemase explanadas enormes, y por ende, matase a cientos, sino miles de seres vivos e indefensos, con tal de obtener más terrenos para el cultivo.