Anna había perdido sus patas traseras y parte de las delanteras por congelamiento, pero cuando la bondadosa familia Yourth (Pensilvania, EE.UU) escuchó su caso, no dudó en llevarla a su granja y solucionar su calvario.
A continuación les contaremos la historia de Anna, una cabra que ha tenido que luchar para vivir desde el momento en que nació, pero que ahora dio un salto gigante hacia el futuro gracias a su nueva familia adoptiva.
Anna y su hermana Elsa —bautizadas en honor a Frozen— no fueron bien cuidadas por sus dueños anteriores, pero en el caso de Anna, la cosa era mucho más complicada: al nacer, la cabra perdió sus patas traseras y parte de las delanteras por congelamiento, lo que le causaba mucho dolor al moverse.

Cinco años después, los dueños de Anna decidieron resignarla y hacer un llamado para ver si alguien la podía recibir en su hogar. Y tras varios contactos, aparecieron los candidatos perfectos para quedarse con su tutela: la familia Yourth, que vive en una granja cerca de Harrisburg (Pensilvania, EE.UU) y que también tiene una potente historia para narrar.
Resulta que los Yourth estaban viviendo en Nueva York justo cuando sucedió el terrible atentado a las Torres Gemelas, en septiembre del 2001. Lenny, padre de familia, era bombero de la ciudad y fue llamado a las labores de rescate en el World Trade Center.

Lenny se salvó por poco de fallecer tras el derrumbe del Edificio 7, pero varios de sus compañeros no corrieron la misma suerte. Esto impactó tanto a Lenny que estuvo con terapia por estrés postraumático durante varios años e, incluso, sufrió un infarto diez años después, teniendo que operarse del corazón.
El hombre comenzó a visitar los alrededores rurales de la ciudad y se enamoró del campo, por lo que junto a Michelle, su esposa, decidieron moverse con sus cuatro hijos y los padres de ella a una finca de cinco hectáreas en Pensilvania.

Poco después, Michelle comenzó a rescatar a animales para evitar que se vendieran como alimento y, en un tiempo, la granja se convirtió en hogar de gallinas y cabras también.
En noviembre del año pasado, Michelle recibió un llamado del veterinario en relación a Anna, la cabra sin patas, y decidieron llevársela a casa sin duda alguna. Ese fue el momento en que decidieron solucionar el tema de sus patas y evitar que siguiera sintiendo dolor.

Luego de una serie de exámenes y radiografías, hablaron con Derrick Campana, un fabricante de prótesis para animales, y mandaron a hacer cuatro patas prostéticas para Anna. Pocos días después, estaba caminando sin problemas y acostumbrándose a sus nuevas extremidades.
Ahora, Anna disfruta sus días en la granja y, a la vez, se está haciendo cargo de tres cabras bebés que perdieron a su madre cuando apenas tenían seis semanas de vida.
“Es una dulzura y muy consentida. Las cabras son geniales, si sabes tratar con ellas son casi como perros. Adoran la atención y son tremendamente inteligentes. Eso sí, necesitas una buena cerca para cabras: el pasto del vecino siempre será más verde”.
Michelle Yourth en Daily Mail
