Candy Cane tuvo que pasar por momentos muy difíciles en su vida, ya que una infección en su ojo casi acaba con su vida. Afortunadamente, se cruzó con una organización animalista que le cambió su destino.
Cuando un animal es abandonado, o nace en la calle, debe enfrentarse a diversos escenarios complicados y precarios. Entre ellos se encuentra la desnutrición, la deshidratación y lograr encontrar un techo en donde guarecerse.
Pero además, siempre existen peligros y riesgos en las calles. Muchos de ellos están relacionados con accidentes o conductas irresponsables de personas que agreden a aquellos animalitos que vagan sin rumbo por la vía pública.
Algo así le ocurrió a Candy Cane, una gatita que llegó muy malherida hasta el refugio Blue Cross, en Reino Unido. Según información de Metro UK y de los trabajadores de la organización, habría sido agredida por un transeúnte.
El problema es que la herida era grave: su ojo derecho estaba tan golpeado que se había hinchado e infectado. Eso la había dejado en un estado de vida o muerte, ya que tenía que ser atendida de urgencia.
Los veterinarios se dieron cuenta que la única posibilidad para que Candy Cane sobreviviera era realizarle una cirugía para extirparle su ojo.
Tras recuperarse del procedimiento los trabajadores de la organización animalista tuvieron que lidiar con la desconfianza que le tenía la gatita a los humanos, debido a la traumática experiencia por la que había pasado.
“Cuando Candy vino a mí, había perdido la confianza en los humanos y estaba muy nerviosa (…) Ella corría y se escondía cuando entraba en la habitación. Pero al final de su tiempo conmigo se volvió más curiosa por saber qué estaba haciendo“, explicó Wendy Penfold, cuidadora de Blue Cross.
Dentro de las cosas más difíciles de hacer para los cuidadores es lograr que los animales que fueron maltratados y abandonados recuperen la confianza en las personas.
Wendy lo logró en tiempo récord y la vida de Candy Cane comenzó a cambiar. De hecho, se hizo “amiga” de otra gata, Rita. Wendy se acercaba a Rita para que Candy Cane entendiera que los humanos ya no le harían daño.
Gracias a ese tratamiento la gatita pudo adaptarse a su nueva vida e incluso consiguió una familia que la adoptó. Se trata de una pareja que se enamoró a primera vista de Candy Cane. “Entienden que es posible que nunca sea una gata faldera, pero quieren amarla y hacerle saber que este es un lugar seguro para ella“, cerró Wendy.