Un enorme terremoto se acercaba.
Los animales tienen un sexto sentido que los humanos no parecen tener. Son más sensibles a su entorno y pueden percibir movimientos y sonidos que el resto del mundo no puede. No es nada raro que un perro esté un poco nervioso y justo tiemble, o que un gato busque refugio cuando escucha algún sonido fuera de lo normal. En la mayoría de esas ocasiones, nunca nos enteramos de que algo estaba ocurriendo a nuestro alrededor.
En Osaka, Japón, una docena de gatos de repente corrieron a esconderse a pesar de que, a simple vista, no había nada extraño ocurriendo en el lugar.
La guardería estaba quieta. Algunos estaban sobre unas torres y otros en el suelo cuando corrieron aterrados. Si han convivido con gatos, sabrán que esto no es algo raro en ellos, que suelen estar tranquilos y al siguiente segundo corriendo y maullando como locos.
Pero esta vez el motivo era real: un temblor de 6.1 grados en la escala de Richter azotó a la ciudad el 17 de junio y los gatos fueron capaces de percibir el más mínimo movimiento.