Baloo es quizás el salvavidas más querido de las playas de Fiumicino, a las afueras de Roma, Italia. Gracias al trabajo de su dueño y entrenador, Simone Filesi, está preparado para actuar en momentos de emergencia.
Cuando se tiene problemas en la playa es importante contar con el trabajo de salvavidas y en las costas de Fiumicino, a las afueras de Roma, Italia, parecen tener a un rescatista muy especial. Se trata de Baloo, un golden retriever que fue entrenado para actuar en situaciones de emergencia.
Su entrenador y dueño, Simone Filesi, de 33 años, tuvo la iniciativa de adiestrar a Baloo para que supiera nadar desde que era un cachorro y así tuvo su primer encuentro con lo que hoy en día es su pasión: trabajar en la playa como socorrista.
De esa forma, el peludo se preparó para ahora integrar una camada de canes rescatistas que están listos para cualquier llamado de auxilio. Según reseñó Metro, cualquiera de estos perros tiene la capacidad de remolcar a tres personas y hasta a un bote con una persona dentro.
“Confiaría mi vida en Baloo. La presencia de la unidad canina en la playa es muy importante, especialmente para niños y adolescentes. Por ejemplo, si le advierto a un joven que el mar está agitado y Baloo está conmigo, cambia totalmente la recepción de esa advertencia de lo peligroso que puede ser el mar“, comentó Filesi, quien también es rescatista.
“Baloo es un personaje extremadamente juguetón y obediente. Es muy sociable y paciente con los niños, ¡especialmente con mi hija, que se burla mucho de él! Sabía que había algo especial en él cuando lo tuve de cachorro, y cuando comenzamos a entrenarlo, supe que le encantaría participar en una actividad, así que decidí entrenarlo como perro salvavidas“, añadió.
Y no es solo el gran talento que tiene este golden retriever, sino también su disposición a aprender y ayudar. “El vínculo que se ha creado entre nosotros y la calidez que recibimos de la gente en la playa compensa todos los sacrificios que hacemos. Me sigue y es capaz de comprender situaciones de emergencia, a veces incluso antes que yo”, resaltó Filesi.
El peludo, después de tanto entrenamiento y relación con su entorno en la playa, sabe cómo actuar y a qué enfrentarse. “En un día con mares agitados, no entrará solo, sino que está dispuesto a poner su vida en peligro a costa de seguirme e intervenir. Él confía en mí y yo confío en él”, expresó su padre.
Los premios y los juguetes han sido su gran motivación durante el entrenamiento. Así entendió a diferenciar cuando es el momento del juego y el de trabajar. “Nuestros perros en la playa tienen una actitud totalmente diferente a lo que hacen en el suelo. Mientras están en el suelo, son más juguetones y distraídos, pero en la playa son excelentes observadores“, dijo.
“Cuando intervenimos con nuestros perros en una situación de peligro, somos los primeros en llegar hasta la persona en dificultad, pero luego el perro nos ayuda a llevarla de regreso a la playa haciéndola agarrar por las asas de su arnés. Es un trabajo muy duro pero muy gratificante para Baloo. Realmente lo disfruta”, agregó el salvavidas.