Por Camilo Morales
23 March, 2023

Nhut Vo fue condenado a cadena perpetua cuando tenía 19 años, pero con la ayuda de un programa en el que se le permitió tener contacto con perritos abandonados, tuvo una segunda oportunidad. “Me da la capacidad para ayudar a otras personas”, explicó.

Cuando las personas cometen delitos y son enviadas a la cárcel, su vida puede cambiar por completo. Y es que muchas veces dentro de éstos recintos son recibidos con hostilidad por otros reclusos y tienen que sobrevivir como sea.

Sin embargo, hay prisiones que tienen otras alternativas para los internos y que les permiten realizar actividades para ayudar a la reinserción social. Incluso, algunos pueden optar a rebajar penas por buen comportamiento gracias a esas dinámicas.

Nhut Vo

Hace unos días se conoció en The Dodo la historia de Nhut Vo, un hombre que fue condenado a cadena perpetua cuando solo tenía 19 años. Cuando fue encarcelado sintió que su vida se había acabado y que no había más esperanza.

Pero su complicado camino de vida se topó con el de una perrita temerosa y enojada: Prada. “Los primeros 10 años yo estaba perdido, y luego conocí a Prada”, dijo.

Con la ayuda de un programa gubernamental, llamado “Buenos Ciudadanos Caninos”, algunos internos pudieron tener contacto con perritos que habían sido rescatados del abandono y de maltratos físicos por parte de sus dueños.

La idea del proyecto era que estos perritos pudieran rehabilitarse y que también pudieron ayudar a rehabilitar a los internos. En el fondo, una ayuda mutua.

Nunca pensé que tendría contacto con perros. Los otros internos me miraban, porque era extraño. No se ven animales en prisión (…) La razón por la que son agresivos es porque son inseguros. La mayoría de los prisioneros se sienten de esa forma. Realmente sentí y entendí a estos perros“, explicó Nhut.

Si bien al comienzo Prada siempre intentaba morder a Nhut, con el paso de las semanas fueron conectándose y construyendo más confianza.

The Dodo

Vi a este animal frágil e imaginé que cualquier cosa que ella tuvo que haber soportado causó que fuera temerosa con los humanos. Aprendí un montón de empatía en ese proceso. Y fue la primera vez en la vida que entendí cómo cualquiera puede dañar a los animales. Eso hizo click en mí y me pregunté: ‘¿Cómo pude hacerle daño a otro ser humano?’“, agregó.

A los 14 meses el programa ya estaba completo. Nhut sentía que había aprendido de Prada, y ella se notaba más tranquila y segura. La doguita ganó la certificación pero tendría que separarse de este joven.

No pensé que la iba a ver otra vez. En ese momento no sabía si ella tendría un hogar o no. Pero convencí a mi familia que adoptara a Prada“, contó.

The Dodo

Luego de un par de meses, Nhut apeló a su libertad condicional y el juzgado se la aceptó. Este muchacho que había estado más de 10 años encarcelado pudo reencontrarse con Prada y abrazarla nuevamente.

Tras dejar la cárcel, Nhut ahora está dedicado al entrenamiento de perros y a pintar cuadros. “Es muy gratificante poder verla de nuevo y saber que la ayudé a tener una mejor vida. En muchas maneras me salvó. Me da la capacidad para ayudar a otras personas“, cerró.

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