“Popsicle” quería vivir con Kenya y no iba a recibir un “no” como respuesta.
Kenya ya no podía tener más mascotas. Madre, esposa y dueña de un perro y un gato, su familia apenas daba abasto en su pequeña casa por lo que otro animal en la casa estaba fuera de la discusión.
Cuando un cliente de su negocio de peluquería de mascotas llegó con un pequeño gatito abandonado que necesitaba un hogar, la mujer afirmó que no podía cuidarlo pero que le conseguiría un hogar. Mientras tanto, lo llevó a su casa.
Gran error.
A penas llegó con el gatito a su casa, se dio cuenta de que nuca se podría deshacer de él. El animalito se acurrucó de inmediato con su hija, con su otro gato e incluso con su perro.
Mientras Kenya buscaba por internet si alguien estaba buscando al pequeño o si alguien lo podría adoptar, el gatito jugaba, dormía y se comportaba como un miembro más de la familia.
Apenas había pasado un día y el gatito ya tenía mejores amigos dentro de la casa. Y si bien Kenya le advirtió a su familia que el felino se quedaría sólo una noche en la casa antes de ir a un refugio, tanto su familia como el animal tenían otra cosa que decir al respecto.
Su casa no podía aceptar otro animal. Pero su familia si. Al ver la mañana siguiente como el pequeño se acurrucaba y entregaba amor a todos en su hogar, Kenya decidió dejar de luchar contra la corriente y adoptarlo.
“Popsicle”, como fue bautizado, parecía saber desde un principio que había encontrado su hogar definitivo y no se rindió hasta convencer a la mujer y a su familia de que lo acepten.
Ahora juega con el perro del hogar, duerme con su hermano mayor felino y recibe cariño de sus humanos todo el día.
El gatito quería un hogar y no iba a recibir un no como respuesta.