Sus fotos son maravillosas.
Mamá y papá de la familia Gray jamás se imaginaron que a su vida llegaría un regalo celestial de cuatro patas, cola y que hacía “muuú”. Molly, una cría de vaca huérfana, se instaló en su hogar y en sus corazones a pesar de lo descabellado que sonaba.
Lo más sorprendente fue el inquebrantable vínculo que se formó entre la bebé Kinley, de 2 años de edad, y la becerrita Molly.
Un cliente contrató los servicios fotográficos de mamá Lacey para hacer una sesión en un prado. Llamó a un tío de su esposo para pedirle “prestada” alguna cría de vaca. Él le respondió muy seguro que las cosas no eran así porque mamá vaca era muy celosa con su bebé.
Lacey decidió que la sesión no se haría. Pero se generaría una gran conexión con esa vaca.
Al día siguiente, el tío los llamó para decirles que mamá vaca había caído por un barranco y tal vez no sobreviviría. Le pidió que se hiciera cargo de Molly y ella aceptó incluso antes de pedirle la opinión a su esposo.
Entonces Lacey se iba a convertir en mamá vaca y su esposo no sabía que se convertiría en papá toro.
Kinley tampoco sabía que sería una hermana vaca, y aún así todas las expectativas se superaron. La primera noche durmió dentro de la casa y la niña la llevó a su recámara para presentarle a sus juguetes favoritos.