Por suerte, Charlie fue rescatado por gente que sí valoró su vida. Después de una serie de operaciones, ¡el perro mostró su burbujeante personalidad al mundo!
Hoy, en otro episodio de “Los humanos podemos ser muy despreciables”, les contaremos la historia de Charlie, un perrito que fue abandonado y maltratado por sus dueños. Amarrado a un basurero, rodeado de basura y suciedad, no tenía otra opción que quedarse tranquilo hasta que alguien lo viera.
Su cara estaba hinchada por los golpes que le habían propinado, estaba desfalleciendo de hambre y estaba absoluta y completamente solo, sin ningún amparo ni consuelo. Por suerte, dos buenos samaritanos lo encontraron e inmediatamente se pusieron en acción, llevándolo al Philadelphia Animal Hospital (Pennsylvania, EE.UU) para que lo chequearan inmediatamente. Lo que vieron los veterinarios fue suficiente para dejarlos helados.
“Lo levantamos las mejillas, y el interior de su boca y labios estaba infestado de larvas. Sentía tanto dolor, que ni siquiera tenía la intención de moverse”.
Adria Rebbechi, directora de comunicaciones del Philadelphia Animal Hospital, a The Dodo
Viendo lo urgente que era la situación de Charlie, el hospital lo ingresó inmediatamente para tratarlo y, como por arte de magia, llegaron rápido las buenas noticias.
“Una de las personas que trajo ha Charlie ha sido cliente nuestro por mucho tiempo, y cuando lo vimos aquí, nos sentimos muy comprometidos a darle la ayuda que necesitaba. Mi padre, dueño de la clínica, decidió cubrir todos sus gastos médicos”.
Adria Rebbechi, directora de comunicaciones del Philadelphia Animal Hospital, a The Dodo
Los veterinarios medicaron inmediatamente a Charlie y programaron una cirugía para arreglar su boca y labios. Ya que la infección estaba muy avanzada, el tejido estaba muy dañado para que lo salvaran y, por lo tanto, lo tuvieron que sacar completo. Para que Charlie pudiese quedar con algo de su labio perdido, lo tuvieron que operar una vez por semana.
La lesión lo molestaba mucho para comer, pero los veterinarios lo alimentaron con pequeñas comidas varias veces al día, para asegurarse de que estaba nutriendo bien su cuerpo de nuevo. De a poco comenzó a recuperar su fuerza y vigor, y su dulce personalidad empezó a mostrarse a medida que disminuía el dolor.
“Dejó acercarse sin problemas a la gente que lo salvó y lo acarreó, así que asumimos que [Charlie] era muy dulce. Desde ahí, estuvo siempre feliz con la gente y no dejaba de dar besos o jugar. Dada su condición, se veía muy cómodo entre la gente”
Adria Rebbechi, directora de comunicaciones del Philadelphia Animal Hospital, a The Dodo