Al encontrarse de vuelta en el mar recobró su energía y estaba listo para irse. Sin embargo, el agradecido pulpito tenía algo que hacer antes.
Es cierto que cuando decidimos ayudar a un amigo, a un desconocido, o incluso a algún animal indefenso, nunca lo hacemos esperando algo a cambio. Un verdadero gesto de bondad no busca ser visto y mucho menos recompensado. Sin embargo, a veces las retribuciones llegan de todas maneras y son mucho más de lo que pudimos imaginar.
Un hombre caminaba por una playa en Turquía con algo especial entre las manos: un frasco lleno de agua que en su interior contenía un pequeño pulpito. Cuando lo encontró, estaba débil y alejado de su hábitat, por lo que inmediatamente supo que debía devolverlo.

Una vez en la orilla, dejó el recipiente en la arena y el pulpo reconoció que estaba de vuelta. De a poco comenzó a salir, sintiéndose temeroso e indefenso, sin estirar sus tentáculos.
No pasó mucho tiempo y por fin el pequeño octópodo recobró su energía. Comenzó a moverse y a sentirse vivo otra vez. Estaba listo para nadar lejos y no volver a salir, pero antes tenía que hacer algo.

Girando hacia el hombre que lo había liberado, se acercó hasta su pie. Lleno de gratitud puso uno de sus tentáculos encima de él y se quedó por unos segundos ahí, agradeciendo profundamente el gesto de quien le salvó la vida. Es una escena tremendamente conmovedora.
Luego de haberse despedido a su manera del hombre, se sumergió en el océano. Ya no estaba en peligro y podía volver a recorrer las profundidades.
Seguramente el joven, que además grabó todo lo sucedido, no podía creer lo que le había pasado. Emocionado sólo pudo compartir el registro y titularlo “Liberé a un pulpo varado y me dio las gracias”. ¡Sin duda es un hermoso momento!