Max fue llevado al Centro de Bienestar Animal de Tepic debido a que sus antiguos dueños se mudarían y no tendrían espacio para él. Afortunadamente no tardó en ser adoptado por una pareja de jubilados del país vecino.
Se necesita amor y responsabilidad para cuidar a un perrito, aunque aveces surgen imprevistos que terminan impidiéndolo y es cuando hay que encontrar la mejor solución posible.
Después de tener una vida con una familia, un perrito llamado Max fue abandonado en el Centro de Bienestar Animal de la ciudad de Tepic (México) porque ya no había interés en tenerlo. De acuerdo a NVC Noticias, una mujer fue hasta el recinto para entregarlo, debido a que sus antiguos dueños se mudarían y el nuevo hogar no contaría con el espacio suficiente como para viviera.
Los veterinarios y voluntarios lo acogieron, dándole todos los cuidados que necesitaba. Al principio se mostraba desconfiado, ya que de un día a otro pasó a vivir en un sitio completamente diferente de su casa y unos desconocidos para él, aunque de a poco se fue acostumbrando.
El equipo del centro tenía planeado encontrarle una nueva familia lo más pronto posible, algo que tardó menos de lo que se tenía esperado luego de que una mujer estadounidense llamada Alice se interesara en él al punto de querer llevárselo a su país, donde tiene un santuario en el poblado de San Francisco, según el mismo medio.
Los nuevos dueños de Max serán una pareja de jubilados de San Francisco, lo que significa que su nuevo hogar está fuera de México y viajará para conocerlos y comenzar su nueva vida, de acuerdo a la fuente.
Mientras espera viajar, el perrito pasea frecuentemente por la playa de San Pancho, ubicada en su país de origen.
“Nosotros les queremos dar una oportunidad, demostrarles que hay personas que los queremos, que los respetamos y que no nos importa si tenemos un espacio chico o grande, y porque si los queremos tener lo vamos a hacer”, dijo la directora del Centro de Bienestar Animal a NTV Noticias.
Pronto Max gozará de una nueva etapa en la que conocerá el amor incondicional. La distancia no fue un impedimento para recibir una segunda oportunidad, más bien todo lo contrario.