Los dueños de Blue King se mudaron de la ciudad y no lo llevaron con ellos. Ahí fue que Jennifer McKay se enamoró de él y decidió acogerlo en su casa para siempre. Su nuevo hogar no tardó en aparecer.
Hay muchos dueños de mascotas que no tienen la noción que algunas de sus actitudes pueden dañar a sus animalitos de por vida. Y es que hay personas que se comportan de forma irresponsable y que lo primero que piensan cuando existen problemas es en abandonarlos a su suerte.
En ocasiones esto se da cuando los cuidadores no pueden hacerse cargo de ellos, o cuando tienen que mudarse. Sin pensar en sus opciones prefieren hacer lo más fácil y tirarlos a la calle para no tener que lidiar con esa situación.

Eso fue lo que le ocurrió a Blue King, un pitbull que llevaba algunos años siendo callejero pero que fue adoptado por una familia, según informó el medio I Heart Dogs.
Su presente parecía ser perfecto, ya que tenía un hogar cálido y una familia que le brindaba cariño y cuidados. El perrito se sentía como uno más de la manada y sabía que ahí podría vivir para siempre.

Sin embargo, de un momento a otro todo cambió. Su familia parecía tener problemas con quién dejarlo porque tenían que cambiarse de ciudad. En vez de pensar lo obvio, que es llevarse a Blue con ellos, decidieron deshacerse de él.
Blue quedó triste y abandonado en un refugio que lo quiso acoger. Ahí se dio cuenta que sus familiares nunca más regresarían por él y se convirtió en un perrito triste y desconfiado.

Un día los voluntarios del refugio fueron testigos de una escena desgarradora: lo escucharon llorar y cuando lo fueron a ver notaron que tenía lágrimas en sus ojos. Estas lágrimas corrían por su rostro angustiado.
Los trabajadores intentaron levantarle el ánimo con su comida favorita, pero se dieron cuenta que lo que mejor podían hacer era esforzarse en crear una campaña para que Blue fuera adoptado por alguien que lo quisiera de verdad.

Las redes sociales lograron su cometido y sus fotografías dieron la vuelta por todo Estados Unidos. De esta forma, Jennifer McKay, una mujer que constantemente visitaba el refugio, se enamoró de él y decidió adoptarlo.