“Se quedará conmigo por el resto de su vida. Vive conmigo en mi casa, con mis otros perros Snoop y Britney”, dijo el activista Niall Harbison, quien reside en Tailandia.
Todos los animales que tengan que lidiar con el abandono y el maltrato merecen que les den una segunda oportunidad, porque así tendrán la chance de demostrar que tiene mucho para entregarle a una familia y que lo que ocurrió en su pasado no fue su culpa.
Son los muchos los animales que deben lidiar con esta realidad, debido a la irresponsabilidad de personas que no están a la altura a la hora de cuidar de una mascota. Algunos incluso deben lidiar con problemas de salud que desarrollan debido a la mala vida que llevan en la calle.
Así ocurrió con el caso de Jumbo, un perro abandonado en Tailandia durante la pandemia y que lastimosamente sufrió de una infección importante que le generó una gran hinchazón en una de sus patas traseras. Parecía casi la pata de un elefante y era necesario actuar con prontitud.
Según reseñó Newsweek, fue un santuario de perros en Koh Samui el que lo acogió cuando lo hallaron en estas condiciones. Ahí descubrieron que el animal sufre de un problema de salud crónico que causa esta hinchazón en sus patas.
“Es un perro muy independiente y se había estado cuidando bastante bien en las calles, pero yo sabía que tenía que ayudarlo o poco a poco se convertiría en algo mucho peor“, dijo Niall Harbison, el activistas fundador de este santuario, en conversación con Newsweek.
El peludo era conocido en un local de minimarket 7-Eleven, donde rondaba con mucha frecuencia debido a que las personas le regalaban algo para comer. Por ello, luego de ser rescatado, buscaba la forma de regresar hasta allá.
“Lo tratan como a la realeza en el 7-Eleven. Todo el personal lo conoce y entra como si fuera el dueño del lugar. Es muy bueno estafando golosinas a los miembros del personal y a los turistas, y felizmente podría pasar todo el día comiendo así”, contó.
Harbison se dedica a acoger a perros enfermos o con problemas en su santuario. Ahí les ofrece una nueva oportunidad para que se recuperen, pero no es su única labor. También sale a repartir comida por las calles y logra alimentar a unos 800 canes.
“Empecé el santuario porque parecía que alguien tenía que hacerlo. Todos los días, corría o montaba mi ciclomotor por la isla y me encontraba con tantos perros angustiados, tantos perros hambrientos y enfermos, tantos cachorros abandonados”, contó el activista originario de Irlanda del Norte y quien antes se dedicó a ser cocinero en restaurantes de alta gama.
“No tenía experiencia en rescate de perros, pero tenía que hacer algo. Comenzó muy pequeño, solo yo compraba comida para perros y la entregaba en mi ciclomotor a los perros de mi vecindario, y publicaba videos en mis redes sociales personales. Después de unos 6 meses, simplemente comenzó a despegar y la gente comenzó a preguntar si podrían donar y simplemente ha crecido a partir de ahí”, agregó.