En un principio, el perrito no reconoció a su dueña, pero solo bastó que le hablara para saber exactamente quién era. «Se puso absolutamente loco. Empezó a llorar y no podía parar de treparse sobre mí para darme besos», indicó Malaika.
Malaika Jaovisidha es una joven tailandesa que, junto a su familia, adoptaron a un cachorrito al cual llamaron Peanut. La chica estaba feliz con su nuevo compañero, pero pronto tuvo que dejarlo, ya que se tuvo que ir a Australia para comenzar con sus estudios universitarios.
Malaika usualmente volvía a su casa en periodos de receso de la universidad y Peanut siempre la recibía de la misma forma: se volvía loco y la llenaba de lamidas en la cara.

«Cada reunión es tan emocionante como la anterior, sin importar si he estado fuera durante una semana o meses. Pero por lo general nunca [me fui] por más de 4 a 6 meses seguidos», mencionó a The Dodo.
Sin embargo, debido a la pandemia por COVID-19 y la implementación de estrictas restricciones de viaje, la joven no pudo volver a su hogar por más de dos años. «Honestamente, tenía miedo de que [Peanut] se hubiera olvidado de mí. Nunca había estado fuera tanto tiempo, así que no sabía qué esperar», indicó.

Pero en cuanto se relajaron las medidas por el Covid, Jaovisidha regresó de inmediato a su casa. Su familia la estaba esperando impaciente en el aeropuerto y cuando la vieron, todos se emocionaron, pero parecía ser que el perrito no la reconocía.
«Todo lo que hizo fue mirarme y mover la cola. Así es como suele saludar a los extraños que vienen a acariciarlo», comentó apenada la joven. No obstante, en cuanto habló, Peanut se dio cuenta de quién era realmente la persona frente a él.
«Lo llamé por su nombre y se puso absolutamente loco. Empezó a llorar y no podía parar de treparse sobre mí para darme besos», manifestó, al parecer, algo más tranquila.