El olor a pescado fresco les hizo pensar que tendrían la comida asegurada para sus crías.
Todos sabemos lo delicioso que es el sushi, pero creo que a nadie le gusta tanto como a estos dos pingüinos quienes decidieron mudarse a un restaurant. El problema es que no pidieron permiso y además tenían la intención de tener su nido y hacer una familia ahí dentro.
Las pequeñas aves fueron despachadas en varias ocasiones pero hicieron caso omiso y solo intentaban esconderse aún más para no se desplazadas del que creían era su nuevo hogar.
Pero llevaban algún tiempo pasando desapercibido pues el dueño del bar y sus empleados escuchaban unos arrullos y otros sonidos extraños, ninguno lograba determinar de dónde venían hasta que uno de los trabajadores se percató de esta pareja. De inmediato llamaron a la policía pero uno de estos pingüinos era gruñón y ponía resistencia a la autoridad.
Lo peor y más divertido de esta situación es que la primera vez que lo sacaron del camión de comida, decidió traer a un compañero más tarde y tan solo horas después se les veía campante debajo del lugar de comida.

Los pingüinos en ningún momento dieron su brazo a torcer, eh.. Bueno, su aleta pues a pesar de estar rodeados por los empleados intentaban picar a quienes los agarraban. Todo esto ocurrió mientras el dueño intentaba meter a los animalitos en dentro del local de comida para que no estuviesen en peligro yendo a otro lugar.
“Al principio, pensé que estaba mirando a una paloma. Entonces yo estaba como, oh Dios mío, es un pingüino, luego entré en pánico. No sabía qué hacer “.
-Long Lin, dueño del local
Una de las trabajadoras que lidió con esta pareja de pingüinos los llamó “realmente lindos” y agregó que en varias ocasiones intentó ofrecerles algo de salmón fresco pero no mostraban interés alguno.

Pero lo que parece una historia problemática en verdad es algo positivo debido a que la población de pingüinos se ha recuperado en esa localidad con muchos esfuerzos conservacionistas. Es por esto que los llevaron al puerto de Wellington, a 200 metros del local de comida con una caja especial para que puedan anidar.