Por Andrés Cortés
24 May, 2017

El zoológico de más de 140 años fue víctima de la urbanización.

Nuestro constante crecimiento demográfico y las altas expectativas de edad han hecho que, cada año, seamos más los habitantes del planeta tierra. Esto ha hecho que buscar nuevos terrenos para habitar se vuelva una necesidad que no discrimina. Incluso, si eso lleva a invadir recintos de áreas verdes o zoológicos.

Esta situación ocurrió en Buenos Aires, Argentina, donde un zoológico con más de 1,500 animales que alguna vez estuvo ubicado en un sector inhóspito, hoy se ve envuelto en una jungla de cemento, edificios y bocinazos.

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Los encargados del recinto de más de 140 años de antigüedad prometieron en julio del año pasado que los 1,500 animales que conforman el lugar serían trasladados a santuarios. Pero nunca ocurrió y el pasado martes, según Associated Press, contaron que aún no saben cómo los trasladarán.

Muchos de los animales del zoológico están adaptados a su vida en el recinto, por lo que los expertos afirma que si son trasladados, posiblemente mueran.

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Aún así, la vida que llevan estos animales en su actual recinto no es buena y muchos la consideran como inhumana, considerando los estándares modernos.

Claudio Bertonatti, ex director de un zoológico de Buenos Aires y consultor de una ONG en Buenos Aires afirmó que “las cosas van de mal en peor“.

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Cuando el Mayor Horacio Rodriguez Larreta anunció su cierre el año pasado, se refirió a los animales como “un tesoro que no podía permanecer en cautiverio tan cerca del ruido y la contaminación“.

Desde aquel entonces, un par de cóndores fueron liberados y otros 360 animales fueron enviados a otras instituciones. Pero ningún animal ha sido trasladado.

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Y es que la tarea que parecía sencilla, se ha complicado para las autoridades. De partida, el zoológico fue cerrado antes de promulgar la legislación necesaria para realizar el traslado. Ahora deben contratar a un funcionario para que estudie qué animales pueden ser trasladados y con cuantos hay que solicitar autorizaciones.

La única noticia positiva en toda esta situación es que el número de visitantes ha reducido de manera considerable, bajando así los niveles de estrés de los animales.

Si antes ingresaban 10,000 personas al día, hoy solo se permite que ingresen 2,000 y muchas áreas se encuentran limitadas.

Aún así, los animales no pueden ocultar la triste situación en la que se encuentran y están viviendo.

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Si bien nosotros no podemos más que ver esta triste situación a la que se enfrentan cientos de animales, nos queda preguntarnos que podemos hacer frente a ello, como sociedad.

Considerando la poca probabilidad que existe en que bajemos nuestro gran aumento demográfico o de que dejemos de invadir las nimias áreas verdes que nos quedan, quizá es bueno replantearse a qué costo se mantiene abierto un zoológico cuando los animales que lo integran se encuentran en condiciones tan deplorables y depresivas con las cuales es difícil afirmar que estén realmente viviendo.

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