Reece Taylor escuchó los gritos de auxilio cuando iba en su bicicleta cerca del río Wensum, en Inglaterra, y no dudó en ir a ayudar. «Estoy muy feliz de haber ayudado a la familia», dijo, a pesar de que el perro mordió su cara durante el rescate, por los nervios.
Hay quienes se comprometen a realizar buenas acciones a pesar de los costos que estas les puedan traer. Son esas personas de buen corazón las que termina arriesgando su propia vida para salvar la de otros, porque saben que si dejan pasar el momento puede terminar todo en algo muy grave.
Ese fue el caso de Reece Taylor, un joven de 27 años que no pudo seguir de largo cuando escuchó los quejidos de auxilio por parte de un chico, quien pedía ayuda para rescatar a su perrito que se ahogaba en el río Wensum, en Norwich, Inglaterra.

Taylor, un repartidor de comida, en encontró con esta situación cuando que iba en su en bicicleta. El perro en cuestión era Bentley, un enorme mastín italiano que había caído desde un bote y corría el riesgo de no poder contra la corriente mientras luchaba por mantenerse a flote.
Lo siguiente que hizo Taylor fue lanzarse al río para sacar al peludo de esa situación, porque sabía que debía actuar con prontitud. Sin embargo, no lo que esperaba era que el canino le mordiera la cara por lo nervioso que estaba.

«Estaba andando en bicicleta por la carretera y vi a la pareja de una mujer en medio de la carretera en medio de los coches y los corredores de la mañana. Podía escuchar al hombre decir: ‘Por favor, ayuda, mi perro se va a ahogar«, relató Taylor, según reseñó Ladbible.
«Cuando era niño, mi madre era como el refugio de animales local: teníamos perros, gatos, conejos, una paloma como mascota llamada Swark, pavos: cualquier animal lo teníamos. Sabía que no podía pasar en bicicleta y no ayudar. Así que detuve mi bicicleta, me desnudé en ropa interior al costado de la carretera, ni siquiera dudé y salté directamente», agregó.

A pesar de que el perro le causó graves heridas en su rostro, Taylor logró cargar al canino de 60 kilogramos hasta un lugar donde estuviera seguro. La mayoría de las mordidas las recibió en su ojo izquierdo, por lo que tuvo que ir de emergencia al médico. Sin embargo, el joven repartidor no se arrepiente.
«Si hubiera pasado en bicicleta y hubiera visto al perro ahogarse en el río, nunca habría podido vivir sabiendo que podría haber ayudado. Ni siquiera noté la lesión mientras estaba en el agua, debe haber sido la adrenalina, pero él estaba tan asustado«, contó. «Estoy muy feliz de haber ayudado a la familia y a su hermoso perro», añadió.
