Los dos aulladores estaba sedados y tenían poco acceso a oxígeno. Nadie sabe si acaso hubieran llegado vivos a su cruel destino final.
De a momentos, puede llegar a impactarnos el poco respeto que las personas tenemos por el resto de los seres vivos del planeta. No solo estamos hablando de la manera en que hemos depredado los hábitat naturales de una cantidad enorme de mamíferos, aves y otras especies, sino que la manera en la que incluso seguimos acosándolos en los espacios que hemos designado para ellos.
El hambre por mascotas exóticas de los seres humanos, especialmente una vez que han llegado a una cantidad de dinero que les permite creer que están por encima de la ley, es realmente avasalladora. Lo peor es que estas personas no quieren comprar algo exótico para darle el cariño y el cuidado que el resto le daríamos para un perro. Son simples accesorios o adornos, para sus ya muy llamativas mansiones.
Para que esto ocurra, tienen que entrar en juego una cantidad enorme de personajes oscuros, dedicados al tráfico de animales y la caza ilegal. Estas personas saben que arriesgan varios años de cárcel si es que llegan a ser atrapados, pero no les importa. Para qué decir si dedican un solo segundo a preguntarse si lo que están haciendo acaso es violento hacia los mismos animales que están intentando traficar.
La más reciente historia de este caso, fue comunicada por la Guardia Nacional de México. Se trata de un caso tan flagrante, que llegaría a ser absurdo, si no fuera por la crueldad a la que se sometieron los animales en cuestión: un par de monitos aulladores.
Los dos animales estaban encerrados dentro de una maleta de equipaje común y corriente. Debido tanto a que esta no era la manera apropiada de transportar a una especie de esta clase, así como que no contaban con documento alguno para transportarlos, los dueños del animal fueron detenidos.
Lo que también llama la atención, es que teniendo en cuenta que estamos hablando de monitos aulladores, es terrible pensar en todo los que les habrán hecho para que dejen de hacer lo que mejor saben: aullar. Los pequeños deben haber sido sedados, no con las pastillas o los tratamientos más adecuados, juzgando por los escrúpulos de los secuestradores, lo que debe haber hecho estragos en sus cuerpos. Es una prueba más del nivel de crueldad al que las personas que se dedican a estos negocios son capaces de llegar.