A veces un molesto incidente puede tornar en una oportunidad para conocer a un nuevo amigo.
La bicicleta pelea desde su invención el primer puesto en la lista de los mejores medios de transporte inventados por el ser humano. Piénsenlo: es rápida, simple, nos mantiene en forma y no cuesta dinero hacerla funcionar. Basta con un par de reparaciones y manutenciones al año para que nos sirva a lo largo de los meses, incluso si la usamos todos los días.
El único punto en contra que tiene es tener que lidiar con los momentos pinchazos. Las ruedas de bicicleta son delgadas y vulnerables, por lo que son propensas a encontrarse con un vidrio o espina incrustada en sus costados. Pero a veces un accidente puede tornarse fácilmente en un gran momento, o sino pregúntenle a Eduardo Reis.
Afectado por uno de aquellos proverbiales pinchazos, Eduardo se detuvo a un constado del camino junto a su equipo de ciclistas. Mientras parchaba cámaras y sacaba ruedas, notó que alguien se le acercaba. Era un pequeño cachorro.
Temeroso, no sabía si acercarse a este desconocido con ropa de lycra era una buena idea, pero era su única opción: el perrito había sido abandonado.
Pero la historia rescatada por The Dodo tuvo un final feliz: Eduardo acogió al perrito. Desgraciadamente, su única opción era llevarlo con él en su bicicleta. Pero esto no fue un problema: el cachorro adoraba la velocidad.
Eduardo se llevó al cachorro con él a su casa. Vivió con él durante un par de semanas mientras distribuía la información para buscarle un hogar.
Finalmente dio con los dueños definitivos: una familia de buen pasar, que le estaban buscando un amiguito a su pequeña hija. No se nos ocurre una mejor opción que un perro con afición a las bicicletas.
Y pensar que todo inició con un muy molesto pinchazo…