¡No te atrevas a tocarlo!
Durante casi 10 años, Sally, un tierno conejito, sólo conoció dos lugares, la fría jaula de alambre y una pequeña mesa para jugar. Lo habían utilizado como parte de una capacitación que enseñaba a veterinarios en un escuela de los Estados Unidos, pero cuando se puso demasiado viejo, la escuela lo cedió a Kindness Ranch Animal Sanctuary en Wyoming, un santuario que sirve de refugio a varios animales.
Al principio estuvo acompañado por otro conejo, pero luego fueron separados y Sally quedó solo. Para que no se deprimiera le regalaron un osito Teddy, con el simplemente se ha vuelto un completo obsesionado.
Sus cuidadores cuentan que lo abraza e incluso “juega” con él, lo lleva arrastrado entre sus brazos. Y cada vez que alguien le intenta agarrar el peluche enloquece.
Simplemente se les lanza encima con la intención de morderlos.
Por lo visto, Sally siente que su osito Teddy es el único acompañante que le queda, y no quiere volverse a quedar solo. Así que lo mejor es observarla y nunca, pero nunca tocar su osito.
¡Vaya carácter el de Sally! ¿Y tú, qué opinas de que su nuevo acompañante sea un osito de peluche?