Si no fuera por ellos, el perro aún seguiría amarrado a una cadena.
No sabían su nombre, es posible que ni siquiera haya tenido uno. ¿Para qué tenerlo? si rara vez lo llamaban. De él solo sabían que estaba encadenado a una casa abandonada y que lloraba noche tras noche acostado en el frío cemento de la calle.

Lo más probable es que sus dueños se hayan marchado para siempre, de lo contrario, no se entiende cómo es posible que un perro permanezca tanto tiempo encadenado a un mismo lugar.

Los vecinos, angustiados con la situación, decidieron llamar a la policía, quienes rápidamente… bueno, en realidad la policía no hizo absolutamente nada, ellos supusieron que el perro tenía dueños y contra eso no podían hacer nada.

Ok, entonces si la policía no puede hacer nada, ¿qué podemos hacer nosotros? pensaron los vecinos.

Y fue así como los vecinos saltaron la valla que separaba su casa de la del perro y liberaron al cachorro.

Esperen, que no sólo liberaron al cachorro, más bien lo adoptaron.

Y le pusieron un nombre: Alfie

Y en su nueva casa, también conoció a un nuevo hermano

Y nuevos juguetes

Y sobre todas las cosas, conoció un hogar.

Halló su calma.